Cuando uno se va haciendo irremisiblemente mayor, se da cuenta de que los más jóvenes de cada casa, es decir la generación siguiente, hacen exactamente lo mismo que ellos hicieron cuando tenían su edad: no hacer ni caso de las historias familiares que se empeñaban en contarnos los padres, tíos y abuelos. Afortunadamente, a pasar de nuestra terca disposición a no enterarnos de nada que no fuera lo que nos apeteciese en aquel momento concreto, se quedaban enganchados en la memoria algunos fragmentos aislados por ser chocantes, graciosos o absurdos y poco más, pero esos despojos pueden servir mucho después para poner en pie el verdadero recuerdo, basta con que algo nos haga relacionar datos y detalles entre sí para dar forma a una sombra que parecía condenada al olvido.

Mucho tiempo después, cuando ya no quedan los mayores de siempre, que ahora somos nosotros los mayores a extinguir, es cuando empezamos a darnos cuenta de lo interesante que sería haber prestado mucha más atención a todo esa colección de recuerdos, así podríamos explicar y explicarnos mejor la pequeña historia familiar de la que faltan tantos datos, si pudieramos enlazar estos relatos perdidos con los muchos otros que podráan también recordar nuestros compañeros de generación, ahora también arrepentidos de haber dejado pasar la ocasión tantas y tantas veces. Pero siempre sucede lo mismo, que solamente se aprecian las cosas que dejan de estar a nuestro alcance.

 

 

En la fotografía, tomada el 8 de enero de 1994, estamos con tío Wenceslao trece sobrinos Serra (Josechu no vino de Barcelona esta vez). De izquierda a derecha, arriba, Fernando, Alberto, Pilarín, Pablo, Mariví, Isabel, Selina, Rafael, Josér Luis, Javier,y Luis Mari. Arrodillado junto a nuestro tío Wenceslao, protagonista de la noche, está Luis.

Precisamente fue en esta noche cuando tío Wenceslao, el último de los ocho hermanos Serra Hamilton, nos hizo pensar a Alberto y a mí en la necesidad de reunir los recuerdos de todos nosotros en unas páginas web que sirvieran para contar la historia común a nuestros hijos y nietos, para que no dejasen de reconocerse como tales a pesar del paso de los años.

Esto fue lo que nos dijo:

 

      

 

Madrid, 8 de Enero de 1994

Queridos hijas y sobrinos:

Dios ha dispuesto que de los 8 hermanos Serra Hamilton, me quedara un poco más en la tierra con el fin de poder presidir esta cena. Sin duda, desde el cielo, estarán contentos de ver como se ha conseguido reunir en ésta noche a los descendientes directos y sus parejas, con el fin de que, por lo menos una vez al año, estéis todos juntos para contaros qué va siendo de vuestras vidas.

Y ya sabéis, aunque el año que viene falte alguno por causa mayor, que los demás sigan haciendo posible estas reuniones familiares tan estupendas, de hermanos, primos y "adjuntos" y que también durante todo el año que ha comenzado os veáis más a menudo, a pesar de las distancias geográficas y urbanas.

En ésta ocasión hemos tenido la suerte de contar con Luis que se ha desplazado desde Burgos. Nada más por ésta noche pues a mi edad se me empiezan a gastar las pilas y no se me ocurre nada más.

Un fuerte abrazo para todos,

 

      

 

Y fue aquella la última ocasión en la que pudimos reunirnos a su alrededor, después nos quedamos como padres y abuelos los que habíamos sido, durante tantos años, los hijos de los Serra Hamilton. Entonces sí que quedó meridianamente claro que había que ponerse a trabajar reuniendo narraciones, fotografías, cartas, postales y cualquier documento que pudiera servir de base a una reconstrucción lo más completa y atractiva del recuerdo de nuestra familia. Diré, para tratar de justificar pedantemente mi empeño, lo que decía el cronista español e inca del Perú, Felipe Guamán Poma de Ayala, en su obra de 1615-1515: El primer nueva corónica y buen gobierno  cuando hablaba de la tarea que se impueso de trazar el árbol genealógico de la Humanidad misma para conocimiento de todos, fieles y enfieles :

Questo se escriue consederándose que no se puede sauer tanto ni de tantos años, porque el mundo está ya uiejo, que sólo Dios en su secreto saue todo lo pasado y lo uenedero. 

 

 

Nuestro arbol genealógico es mucho menos grandioso que el ininterrumpido bosque de padres a hijos, recorrido por Guamán Poma a paso de milenio, que discurre de Adán y Eva hasta sus días, sin admitir que falten generaciones en ningún momento. Nuestro arbolito trata lógicamente de ser más veraz que auella imaginativa historia del mundo y sus pobladores, dedicaba al Rey Felipe III, como docta conversación entre príncipes de igual grandeza.

También tengo la esperanza de que esta labor inicial se mantenga viva durante muchos años y sirva de base a los sucesores que hagan de conservadores de nuestra particular historia y de creadores de las nuevas hojas que habrá que ir añadiendo a lo largo del tiempo.

En relación a lo hasta ahora existente, quiero dejar constancia de lo mucho que me han ayudado mis primos, empezando por los Serra María Tomé, a la cabeza de los cazadores de memoria, con los escritos de Pablo, Mamaá Lola y tía Palmira aportados por Javier, las fotos reunidas escaneadas pacientemente por Juan Llobet Serra y las recogidas por Alberto, junto con los escritos de su padre que me ha proporcionado Mariví.

A la par con ellos van Selina e Isabel Serra Ruiz con sus recuerdos y con los magníficos albumes de su padre, en los que hay cientos de piezas únicas y llenas de encanto. Pilar Utrilla ha sido fuente importante de recuerdos vivos y su hija Pilar (Pilarín para nosotros) ha reunido y escaneado mucho y buen material fotográfico suyo, de los Serra Marcet y de los Serra Feu.

También José Luis me dió fotos y detalles en abundancia para completar la página de su padre, en donde él y su hermano salen de secundarios, como todos los de nuestra generación.

Otra pieza fundamental ha sido el caudal de datos familiares que recopilaron Carlos Ramón Pérez Hamilton y Tessa Hamilton Moore, ella empezando a partir de las notas de su padre, Patrick Hamilton, un trabajo genealógico de precisión y siguiendo con un esfuerzo más que sobresaliente, hasta completar casi totalmente la rama canaria y digo casi, porque Pedro César Cervino González, marido de Mª Elena Matilde Hamilton Benítez, terminó de rellenar las lagunas que quedaban.en el muy extenso cuadro de la familia Hamilton..

Y no hay que olvidar el goteo de datos y documentos que me han ido llegando desde Luis Serra María Tomé, María Sintes, Pilar Pérez Hamilton, Paz Serra Portilla, la constante ayuda de Alberto, y las conversaciones que solo acabo de empezar a tener con tío Javier Serra González de Linares, todo un tesoro de recuerdos.

Rafael Serra Solís
Madrid, 2008