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- SERRA - HAMILTON - LUGO-VIÑA - MONTEVERDE -



Desde luego, no se puede tratar de condensar en un único árbol genealógico todo el entramado familiar, que ya hay que hablar casi de siglo y medio de ascendencia y descendencias.

Así que vamos a tratar de establecer unos cuantos árboles a partir del núcleo central, con el convencimiento de que detrás de cada uno de nosotros siempre habrá nuevos jardineros que cuiden de mantener ordenado esta plantación familiar, que vino de sitios tan diferentes como Puerto Rico, Gran Bretaña o Flandes y que se multiplicaron por Canarias y la Península.


La historia arranca, desde dos lugares muy separados, las islas de Gran Bretaña, al Norte y de Ruerto Rico, al Oeste.

Pero solo aranca, porque nuestra parte más querida de esa historia se va a centrar en una tercera y última isla, situada bastante al sur de las primeras y muy al este de la otra, aunque más se parecía a la americana que a las europeas.

En Tenerife ocurre el encuentro de Serras y Hamilton que nos ocupa y que va a ocupar el núcleo de estas páginas.


ALLÁ, POR EL CARIBE, ESTÁ PUERTO RICO: LOS SERRA LUGO VIÑA.


En la isla mayor de la Pequeña Antilla, o en la menor de la Gran Antilla, como se prefiera, al otro lado del Atlántico, en la cálida hermosura del Trópico, vivía la familia Serra en la segunda mitad del XIX, sin la menor idea de lo que se iba a tramar unos cuantos años después.


MIRANDO UN POCO HACIA ARRIBA, DETRÁS DE SANTANDER, ESTÁN LAS ISLAS BRITÁNICAS: LOS HAMILTON.


Según parece a los Hamilton no se les hubiese pasado por la cabeza mudarse de isla si no llega a ser por una cuestión de asma.

La cosa es que un médico de cabecera comentó lo bueno que sería para el paciente en cuestión viajar hacia el sur, en busca de un lugar tan húmedo como el de casa, pero bastante más templado.

Lógicamente, una vez descartada la pequeña Madeira y las poco apetecibles Azores, Las islas Canarias se presentaban como el lugar ideal y, de las siete islas, ni siquiera cabía la menor duda, sería Tenerife.

El siglo apenas estaba en primer tiempo y los Hamilton sabían lo que se hacían, así que se mudaron del todo, instalándose como los más sólidos y serios armadores de las islas.


PUES YA ESTAMOS EN CASA, EN CANARIAS, DONDE SE ENCUENTRAN SERRAS y HAMILTON.

Instalados a caballo entre la umbría de La Laguna y el muy relativo bullicio de Santa Cruz de Tenerife, la familia Hamilton empezó a formar su propio entorno y a tener otro círculo de amigos, propios del lugar y del nuevo ambiente.


Y no solo el puerto, los fletes y los barcos les mantenían ocupados, en una isla tan tranquila había más tiempo para todo, desde los nuevos amigos a la exhuberante creación de jardines semi-tropicales, porque de todo se podía hacer allí, casi en el paraíso terrenal.

Digamos, de paso, que el asma terminó por ser una de las pocas herencias familiares por las que nunca se discutíó.

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Y FLANDES, DE DONDE VIENEN LOS GROENENBERG, TRADUCIDOS A MONTEVERDE.

También tendremos que buscar más detalles sobre el matrimonio formado en el año de gracia de 1500 por Jacome Van Groenenberg y Margarita Pruss. Jacome, nacido en Amberes en 1472, era hijo de Gobert de Groenenberg y Elichea Brift. Pues bien, el matrimonio se trasladó a la isla de La Palma.y allí formó una larga estirpe que habría de castellinazarse con la traducción de su apellido que se convirtió en Monteverde (groene=verde y berg=monte) al poco tiempo de vivir en Canarias.

Aunque venían de una tierra de brumas, del gran puerto de las tierras bajas, no se puede decir que los Monteverdes sean insulares de nacimiento, pero sí de adopción, porque en La Palma se instalaron. Entre Amberes y Canarias, Jacome y Margarita tuvieron cinco hijos: Melchor, Anna, Diego, otro de cuyo nombre no estoy muy seguro y Miguel. Melchor y Anna se casaron en Flandes; Melchor, en Lovaina, el 8 de junio de 1562 con Maria Van Dale y Coquél, hija de Pablo Van Dale y Anna Coquél, y también tuvieron cinco hijos. Anna Monteverde casó en Amberes con un caballero alemán y de esa rama ya no tengo más noticias.

De Jacome Groenenberg, el fundador de la rama palmeña de la familia, se sabe que era de una adinerada familia de comerciantes de origen alemán establecidos en la próspera Flandes; seguramente, con la marcha del Emperador Carlos a España y el aura de las nuevas tierras, decidió marchar también a las recién conquistadas Canarias.

Llegó a La Palma y lo hizo a lo grande, con abundante bagaje material y una numerosa compañía de personas de su confianza. En la isla se instaló y algunos años después de su llegada, compró a los Welzer las tierras más importantes de la isla, nada más ni nada menos que la Caldera de Taburiente y su agua, además de adquirir los dos ingenios azucareros de Argual y Tazacorte.

Con todo ese capital, Jacome, rico y poderoso, pasó a ser vigilado por los que tenían tiempo para criticar y envidiar y terminó siendo procesado por la Inquisición, a causa de su tibieza en cuestiones de religións. El proceso abierto en Canarias pasó a Sevilla, y en ese tribunal fue condenado a pagar el diezmo de su fortuna, rematándosele la condena con autos de fe y hasta el internamiento en un convento sevillano durante un año. Allí, en Sevilla moriría el buen Jacome, el primer Monteverde canario. .


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