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A mediados de los cuarenta, disfrutando de Cercedilla tanto
solo como bien acompañado.
Recibido por toda la plana mayor de la casa, Alberto padre, Alberto hijo y Mariví,
a su llegada a la colonia "Los Arroyuelos" en Cercedilla, seguramente transportado
por el veterano, pero poderoso, autobús Leyland de la empresa Larrea, que
daba servicio a Los Molinos y Cercedilla a través de una serpenteante
carretera enmarcada por las zanjas de las caceras que corrían en paralelo.
Rosario Ordeig, en 1950, en la pérgola de casa de Alberto y Elisa con todos
los niños rodeándola, encantados.
Otra foto posando en estudio, pero esta vez, además de la corbata,
lo tenemos con pañuelo en el bolsillo de la chaqueta y un libro en
las manos, para que se vea como asesó con los años.
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DOBLE BODA DE ENSUEÑO
Rosario y Hugo, recién casados, son una espléndida pareja, como lo
demuestra la fotografía, cuando salen felices por el pasillo central
de San Jerónimo el Real.
Además hoy la ceremonia lo era por partida doble, Rosario y su hermana María
Luisa posan para la foto oficial de su boda simultánea, junto a los padrinos y
rodeados de un coro casi celestial de monaguillos en el soberbio altar mayor,
mientras las grandes colas de los trajes de novia caen en cascada por la
escalera de acceso al altar.
Foto oficial, digámoslo así, en la sacristía de la misma iglesia que en la que se
celebró el matrimonio de Alfonso XIII y Victoria Eugenia a principios del siglo XX,
el 31 de mayo de 1906.
El cardenal Sancha, Arzobispo de Toledo casa a Alfonso XIII y Victoria Eugenia
de Battenberg en San Jerónimo el Real.
Como madrina está la reina Reina María Cristina y de padrino el Infante Don Carlos.
Victoria Eugenia llevaba un maravilloso traje bordado en plata, con azucenas
y flores de azahar.
Así se veía entonces el conjunto de San Jerónimo el Real, los jerónimos para el
pueblo de Madrid. Todavía no se había utilizado las ruinas de su claustro para
la ampliación del Museo del Prado.
Hay que señalar que el arquitecto encargado de restaurar la iglesia, en 1940, fue
Francisco Iñiguez Almech, durante muchos años Comisario General del Patrimonio Artístico Nacional.
Pues bien, Paco íñiguez estaba casado con Pilar Herrero Serra, hija de Isabel Serra Lugo-Viña y Félix
Herrero, y prima hermana de Hugo, con lo que todo parecía quedar muy en familia.
Rosario y Luisita Ordeig Villabella ocupan la portada de la revista "Semana" de mayo de 1951.
Su boda era todo un acontecimiento social y seguramente fue la envidia de muchas chicas
jóvenes y no tan jóvenes, que soñarían poder tener ellas una boda parecida.
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En un principio, no se veía en Rosario, tan guapa, joven, fuerte y saludable como antes, nada que
fuera extraño. Al contrario, cuidaba al máximo su alimentación, siempre sana y equilibrada, renovó su gusto de vivir
y estaba lo que era posible al aire libre, sin olvidar de hacer diariamente ejercicio. Lo más sensato, en suma.
Pero había otras cosas nuevas que no eran tan lógicas, cosas que empezaron pareciendo pequeñas manías, o
caprichos infantiles en su comportamiento, sin más, pero que fueron evolucionando hasta desembocar en una suma
de acciones y actitudes disparatadas, que se entremezclaban sin solución de continuidad con actos totalmente normales,
subrayando lo que había de contradictorio y haciendo resaltar lo que era preocupante para Hugo y para todos los que
estaban cerca de ella para quererla y apoyarla.
Rosario en Cercedilla, en casa de Alberto y Elisa.
Rosario con Asunción Marcet y Paz Solís en la desaparecida "Villa Beatriz", Torrelodones,
a principio de los años 50, antes de que las obras de ampliación de la carretera de la Coruña,
que se iba a convertir en una modesta autovía, se "comieran" la casa y sus alrededores.
En Méjico, 1958, cuando el matrimonio trataba de encajar en un ambiente diferente, lo
más lejos posible de sus recuerdos. También probaron a vivir y trabajar durante un tiempo
en Londres, incluso fueron a especialistas británicos que les animaron a que volviesen a
intentar un nuevo embarazo, tras un tratamiento adecuado con gammaglobulina, algo que ya se había
comenzado a hacer precisamente en 1952, pero no se pudo vencer el temor de Rosario a la idea de
otra tragedia.
En definitiva, no consiguieron
encontrar tampoco en Londres la paz buscada y terminaron por regresar a España, para instalarse
aquí definitivamente.
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DE CHAQUE
A su regreso a España, Hugo empezó a trabajar en el Ministerio de Información y Turismo y
pronto se dieron cuenta sus superiores de que tenían a una persona más que adecuada para
tratar correctamente a la gente importante con la que ellos tenían que tratar, así que sabiendo
que el funcionario Hugo Serra Hamilton se había movido por América y Europa, lo que no era nada
habitual en aquellos días y que, además tenía madera para encargarse de las relaciones oficiales
con toda soltura, gracias a su excelente disposición y demostradas buenos maneras, pronto estaba
de jefe en el departamento de protocolo del Ministerio, encargándose (muy a su gusto) de tener
todo listo para recibir, acoger, acompañar y despedir a personalidades internacionales de cualquier
clase que cayeran por España o que acudieran a ferias, exhibiciones y exposiciones dentro y fuera
del país.
Manejándose bien en español y en otras lenguas y con la buena planta que Dios le dió, Hugo
se movía con eficacia y donosura y esto le valió para conocer a mucha gente y muchos ambientes,
al tiempo que le permitía lucir palmito y estar más tiempo fuera del despacho que dentro de él,
lo que ya de por sí era un verdadero aliciente para una persona joven e inquieta.
Por si esto no fuera suficiente,
tenía excelentes compañeros de gabinete y de uno de ellos, de Eduardo Attard, vamos a hablar ahora mismo, pero antes vamos a comentar esta foto de Hugo y su hermano Alberto, tomada el día de la boda de Eduardo Serra María-Tomé y María Sintes de Olivar en el patio del Alcázar de Segovia, por ser el padre de María, Francisco Sintes Obrador, entonces coronel, director de la Academia de Artillería, ya que el Alcázar pertenece a la Academia.
Como explica María: "La foto está tomada en el patio que precede a la capilla del Alcázar. ¡Estaban guapísimos los dos!"
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Alberto y Hugo en 1970 sn sl patio del Alcázar de Segovia.
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Hugo de testigo en la boda de su amigo y compañero de despacho Eduardo Attard y de Rojas con Luisa Sancho Merle, en la iglesia parroquial
de San Agustín de Valencia, el 30 de junio de 1966, junto a Manuel Hedilla Larrey, padrastro de Eduardo, sentado en la cabecera del banco
de los testigos.
Para comprender mejor lo complicado que es a veces tratar de describir los lazos familiares a nuestros descendientes (que no han vivido ni esa
época ni han conocido a los personajes que describimos) lo que es el propósito de estas páginas,
hay que añadir que esta foto la envió el sábado, 8 de agosto de 2010, Eduardo Serra Sintes, hijo de Eduardo Serra María-Tomé y de Maria Sintes de
Olivar, marido de Isabel Revuelta de Rojas.
Como cuenta Eduardo Serra: "resulta que ese día estuve comiendo con un primo de mi suegra, que se llama Eduardo Attard. Por una de esas curiosas casualidades que tiene la vida,
resulta que Eduardo fue compañero en el ministerio, y amigo de tío Hugo Serra. Envío copias escaneadas de unas fotos que me ha dejado por si os gusta tenerlas.
Una de las fotos es la del banco de los testigos de Eduardo el día de su boda, y demuestra lo buenos amigos que eran (Eduardo y Hugo) porque Hugo ocupa el tercer
lugar (por la izquierda) del banco, tras el padrino, junto al padrastro de Eduardo."
Y del padrasto de Eduardo Attard, Manuel Hedilla, vamos a ocuparnos un poco más adelante, porque su historia, sorprendente por muchas razones, forma parte de un capítulo muy
importante de la Historia de España.
Todos los Serra Hamilton en la boda de Carlos y Margarita en la iglesia
del pueblo de Torrelodones, 1970. Destacan los tres habituales del chaqué:
Carlos, Alberto y Hugo.
Con su prima Phylis Hamilton, preparados para disfrutar tanto de los caballos y de sus
jockeys como de compartir plaza con los elegantes y aristocráticos asistentes al
sin par Derby de Epson.
Hugo y Carlos en la entrega del premio Cervantes en Alcalá de Henares.
Años después Hugo y Carlos vuelven a Alcalá de Henares.
Ya ante el Rey Juan Carlos I, a Hugo no se le veía tan buen mozo como en otras fotos, pero a pesar de todo,
seguía sabiendo estar a la altura de las circunstancias, como manda el protocolo y la buena cuna.
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LA PROMETIDA EXPLICACIÓN SOBRE MANUEL HEDILLA
Rosario Ordeig, Hugo Serra y Manuel Hedilla, obviamente en otra ceremonia religiosa; ellos en animada conversación, mientras
Rosario parece más recogida y respetuosa con en el entorno. Pero vamos a presentar mejor a Manuel Hedilla.
Para empezar, vamos a explicar su relación con la familia de Eduardo Attard arrancando de su tío, Rafael de Rojas y Dasí,
octavo marqués de Algorfa, XII marqués de Dos Aguas y VI vizconde de Bétera, magistrado, caballero de varias órdenes y hermandades,
nacido en Valencia el 14 de febrero de 1914, casado con doña Amparo de Cárdenas y Merle, nacida también en Valencia
y en febrero, pero en 1918. Tuvieron siete hijos y la sexta, María del Carmen de Rojas y Dasí, nació en Valencia el 20 de julio de 1917 y
casó en primeras nupcias, el 20 de julio de 1939, con Don Eduardo Attard y Figueroa, fallecido en Huanuco, Perú. Casó en segundas, el 8 de mayo de 1949,
en el Palacio Arzobispal de Valencia, con Don Manuel Hedilla y Larrey.
Ya que hemos situado a Manuel Hedilla en la familia de Manuel Attard, e Isabel Revuelta de Roias, mujer de Eduardo Serra Sintes, vamos a
tratar de establecer quién fue Hedilla y lo mucho que se vio injustamente obligado a padecer, usando sus propias palabras y las de una breve
y completa nota biográfica.
CARTA DE MANUEL HEDILLA A FRANCO DEL 27 DE MARZO DE 1946
Exmo. Sr: Don Francisco Franco Bahamonde
Jefe del Estado Español.
Madrid.
Exmo. Sr:
Respetuosamente me dirijo a V.E. para exponerle mi situación, confiando en su reconocido espíritu de justicia y en su bondad que no desdeñará enterarse de mi exposición y que resolverá según el dictado de su conciencia cristiana.
Mi actitud en determinada circunstancia de hace nueve años se juzgó delictiva. Yo he creído siempre que sólo podía juzgarse equivocada, pues creo delante de Dios, que ha de ser mi juez, que tengo la conciencia limpia de todo delito, y jamás nadie podrá acusarme de falta de patriotismo ni de haberme movido por fines por fines perversos. Apelo a la caballerosidad indiscutible de V.E. que un día dignó hacer elogio de mi honradez intachable, cuando tantos se movían alrededor de V.E: por estas pasiones y apetitos desordenados.
Pero ahora no pretendo excusar mi actuación de aquel tiempo. Me resuelvo dirigirme a V.E. en vista de la generosidad con que han sido perdonados tantos malos españoles que no sólo estuvieron lejos de nuestros ideales, sino que lucharon por hundir España en la ignominia y para desterrar de ella el nombre de Dios y el recuerdo de su grandeza.
En verdad siento grande amargura al ver que tantos que fueron traidores a España y enemigos de los santos ideales de la Cruzada hayan sido perdonados, en virtud de una política verdaderamente humana y cristiana, y que yo, que he sentido como pocos nuestros ideales y he amado intensamente a mi Patria, me vea todavía sometido a una dolorosísima sanción.
Si mi pertinacia en una actitud que V.E. juzgó reprensible, merecía un castigo, yo me atrevo a pensar que jamás su corazón cristiano creyó que había de ser tan cruel. Sin duda ignorándolo V.E.: mis cuatro años de cárcel en la Prisión Provincial de Las Palmas fueron de una crueldad sin límites que me redujo a trance de muerte, hasta pesar sólo 40 Kilos. Después mi confinamiento en Mallorca, con una pequeña pensión, sin posibilidad de abrirme paso para rehacer la vida de mi familia, ha sido sembrado de trágicas tribulaciones, que no han terminado todavía.
Yo no sé que habrá movido a V.E. a mantener una orden de confinamiento que vien siendo para mi una fuente de sufrimientos. Pienso que no puede ser otra cosa que el temor de que una intervención mía en política, pueda hacer surgir dificultades, que por patriotismo y sentido de su alta responsabilidad se oriente en el deber de prevenir y cortar. Si es así, yo puedo asegurar a V.E. que desde que fui apartado de los asuntos públicos, jamás he intervenido en ellos ni directa ni indirectamente; a pesar de que en numerosas ocasiones me han buscado pretendiendo inducirme a ello, pero siempre me he negado resueltamente y Dios es testigo de que tengo la resolución inquebrantable de no volver a tomar parte en ninguna clase de de política. Y si alguna vez he hablado con personas que ostentaban carácter público, he tratado asuntos meramente de amistad y jamás de los políticos. Si otra cosa han dicho a V.E, han mentido.
Quitado este peligro, que justamente podía inducir a V.E. a mantenerme confinado, yo no veo otro motivo para mantener sobre mí una disposición aflictiva, que para otros. Situados en mejores circunstancias sociales, podrá resultar dura y enojosa, pero que para mí resulta trágica. Por lo mismo, y recordando la benignidad xon que han tratado a otros muchos nada afectos a nuestros ideales, me atrevo a suplicar a V.E. se sirva dar la orden para que me sea devuelta una libertad que ha de permitirme rehacer mi vida y preparar el porvenir de mis hijos. Muy atenta y respetuosamente queda de V.E. Affmo. Y s.s.
Firmado Manuel Hedilla Larrey.
Resumen biográfico tomado de "Biografías y vidas" (http://www.biografiasyvidas.com)
Manuel Hedilla Larrey
(Santander, 1902 - Palma de Mallorca, 1970) Político español. Militante de Falange Española de las JONS desde 1934, fue elegido, al año siguiente, jefe del partido en su provincia natal y consejero nacional. En julio de 1936 participó en el alzamiento militar que desencadenó la Guerra Civil española realizando un destacado papel en la sublevación de La Coruña y Vigo. En los primeros días de septiembre de 1936 es elegido en Valladolid jefe nacional de la Junta de Mando Provisional de Falange Española de las JONS. Poco tiempo después dirigió una carta al secretario general de la Sociedad de Naciones en la que manifestaba su oposición a la evacuación de los niños españoles residentes en la zona republicana y su traslado a la URSS. Más tarde condenó a través de Radio Castilla de Burgos los asesinatos incontrolados que se estaban realizando en la zona nacional.
El 15 de abril de 1937 convocó una reunión extraordinaria del Consejo Nacional de Falange Española, a celebrar el día 25 del mismo mes y año, con el fin de solucionar la "...aguda crisis de autoridad, disciplina y relajación de los principios nacionalsindicalistas, ocasionados por el carácter provisional del régimen de la Junta de Mando...". Los problemas primordiales que se hacía necesario abordar eran dos: por una parte, la disolución de la Junta de Mando Provisional y, por otra, la elección de un jefe nacional del movimiento hasta el regreso de José Antonio Primo de Rivera, preso en Alicante y al que se creía vivo.
El día 16 de abril de 1937 Agustín Aznar, José Moreno, Jesús Muro, Sancho Dávila y Rafael Garcerán redactaron un pliego de cargos contra Manuel Hedilla y, a continuación, acordaron destituirle de su cargo, disolver la Junta de Mando Provisional, instituir un triunvirato compuesto por Aznar, Dávila y Moreno que se hacía cargo desde ese mismo momento de la jefatura nacional, y convocar un consejo nacional. Tras intentar en vano la conciliación entre ambas partes el día 18 se celebró una reunión del consejo nacional, en un ambiente tenso y crispado, en la que Manuel Hedilla salió elegido jefe nacional de Falange Española de las JONS, quien de inmediato notificó su elección al jefe del Estado, el general Franco.
El 19 de abril Radio Nacional de España emitía un discurso de Franco en el que se hizo publico el decreto por el cual Falange Española y Requetés se integraban en una sola entidad política denominada Falange Española Tradicionalista y de las JONS bajo la jefatura única y suprema de Francisco Franco. El 22 de abril de 1937 Manuel Hedilla se enteró por la prensa de su nombramiento como miembro del Secretariado Político de FET y de las JONS quien, contrario a la Unificación, rechazó su nuevo cargo.
Fue detenido en su domicilio por un comisario de policía e ingresado en prisión. Un juez militar dictó auto de procesamiento contra él, imputándole el querer alejar del mando civil y político de la España nacional al general Franco. Considerando ciertos todos los cargos, la autoridad militar dictó auto de procesamiento y prisión para Manuel Hedilla y una veintena de falangistas más. El 5 de junio se celebró en Salamanca el consejo de guerra contra todos los imputados. Hedilla y otros tres falangistas fueron condenados a muerte, el resto fue condenado a penas menores. Días más tarde un nuevo consejo de guerra condenaba también a muerte a Hedilla por el asesinato, en la noche del 16 al 17 de abril de 1937, del falangista José María Alonso Goyo, consejero del SEU que intentó mediar en el conflicto interno surgido en Falange Española de las JONS con motivo de la elección del jefe nacional del movimiento.
El general Franco indultó a Manuel Hedilla de las dos penas capitales conmutándolas por la de veinte años de prisión. Acto seguido fue trasladado de Salamanca a la cárcel de Cádiz, y de ahí a la prisión de Las Palmas (Gran Canaria). El 18 de julio de 1941 se acordó por decreto del jefe del Estado conmutarle el resto de la pena por la de confinamiento. En Palma de Mallorca (Baleares) encontró un empleo burocrático que le permitió hacer frente a sus necesidades familiares, al tiempo, rechazó todas las ofertas de sus correligionarios para que regresara a la política activa. En 1946 fue puesto en libertad y desde entonces hasta el final de sus días luchó en vano por conseguir su rehabilitación.
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